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La Castellana
Revista digital bimensual
Poesía joven en español

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Víctor Salinas Rubio
vsalinas@e-absenta.com


 
10:51 AM


Karina Rieke
(R. Dominicana, 1971)


Epitafio a la locura
Estoy aquí sin rostro
En la esquina donde
Se disipan mis angustias
Con ese grito esforzado
Angustioso
En contra y
De frente a los demás

Estoy aquí sin tiempo
Arañando el significado de esta voz
Sola con la fachada de un poema
Que se asedia a sí mismo cuando
Intento aproximarme a su imagen

Estoy aquí desgastada
Ante la frialdad de una mirada
Consumiéndome las inexpresables ganas
Que se pierden ante la angustia
Implícita en el verbo

Estoy y desaparezco
Hacia los limites que se
Rigen oscuramente
Con una precisión casi feroz
Ante la idea del fracaso

Pasivo e inerte
Como la voz teñida que
Interrumpe la marcha del tiempo y de
Todas mis muertes

Habito en el aquí apropiándome
Del pasado y futuro con un
Entusiasmo delirante
A fin de reconciliarme con el
Carácter prohibido del espacio

Sigo aquí alojada con la
Indispensable cortesía de una señal
Que se rescata simultáneamente con mis cosas
Para probarse siempre inalcanzable
Para aglomerar todas mis soledades

Durante un instante
Durante un instante todo se detiene
Todo se armoniza bajo un orden
En el momento que ha dejado de ser
Fervor y profundidad de una palabra
De una mirada
De algo vivo que nace
Del minuto inmutable e intocable

De las grandes cosas que
Se establecen en el centro del cielo
Como profecía y signos refinados
Anunciado la caída de ritos
En otros tiempos
Y ante otros dioses

Durante un instante se anuncian
Rompiendo las tinieblas
Con tal firmeza
Como no es posible referirse

Se arriesgan en lo desconocido
Ridiculizando la palabra misma
Sin entender el extremo de un abrazo
Apreciando la seducción
De su propia muerte

Agonizando solos
Internos en los espacios abiertos
Atados a la posibilidad de pertenecer
A un orden vivo
A la realidad atroz de una pesadilla
Que habitan cada ser

Y aún persisten en amar sólo cuando oscurece
No se distinguen entre sí
No se aciertan ni al final de su historia

Y desaparecen con el escalofrío de la muerte
Ante el golpe final de lo extraño

Como razón de su misma decadencia
Como la fatiga desnuda del poder

Esos de vértigos extraños
Inmersos en su especie
Como decretos del destino
Que disputan en cada uno de
Nosotros aun sea por un instante

Apología del deseo
Acabo de morirme con tu muerte
Cuando tu verbo toca la franja oscura de mi pelvis
Destello que presencia los asombros salvajes que disuelves en mi
Liberándote
Dibujando paisajes que prometen acoger mi cuerpo
Seducido por salmos del deseo

Invéntame otra vez que quiero pertenecer a tus demonios
A la eternidad imperceptible de tu ritmo
De tu tacto
De la sonrisa que aguanta mis quejidos

Suaviza mis aromas con el paladar
Que es presente en todo el tiempo
En el orificio donde guardo tus ternuras
En el espanto de saber querer más

Apréndeme de nuevo
Que quiero escasear mis agitados dedos
Que quiero salvar mis ruinas y colocar en ellas
Ángeles mansos
Frágiles
Los que gozan cuando desnudo mi pellejos

Polvorízame la boca con tus besos
Para morir en el instante que sonrío
Que reclamo
Que soy monte
Que soy tiempo
Presencia inhóspita de esta carne
Que solo quiere sentir
Gestos al amar

Ven como instrumento
Solo con el tacto
Con la exhalación precisa que te haga
Susurrar tus gemidos en mi lengua
Y tócame aquí
En lo correcto

Esparce mis olores
Difúndeme al sonido que quiero viajar a todas partes
Que entre tus manos no puedo estar desierta
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